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Escribiendo sobre la moción de censura de Vox me siento embestir furioso a un capote de nubes de algodón.

Ayer me encorajinó un alguien cercano al preguntarme cuál creía yo que era la razón para presentar una moción que nace muerta, con un candidato esperpéntico y en la que el beneficio para Vox es, por lo menos, dudoso. 

Abascal busca unas horas de televisión gratis y sin preguntas incómodas; unas columnas periodísticas en las que se hable, bien o mal, de él y de ellos; y unos cuantos millones de referencias en las redes sociales que les den visibilidad. Para ello, Abascal ha decidido movilizar, por segunda vez en esta legislatura, un recurso constitucional previsto para legítimos fines políticos. Los que va a conseguir son propagandísticos, y a saber… 

También persigue erosionar al PP de cara a las elecciones de mayo y de final de año. Algo así como ponerles en evidencia por ejercer una oposición que no aprovecha todos los medios disponibles; en definitiva, resucitar aquello de la “derechita cobarde”. Siguen creyendo que, en su momento, esa insinuación malévola les hizo crecer. 

Sin embargo, no pueden esperar que el PP se preste a confrontar sus posiciones con Ramón Tamames, personaje excéntrico (fuera del centro) que nunca fue relevante en la escena política, y hoy menos. Sí conseguirán poner a los pies de los caballos socialistas, desesperados y despiadados, que ya están tratando de revolver esta moción fantasma en contra del PP.

La maniobra socialista es burda. Sólo las almas más cándidas -o ciegas militantes- pueden somatizar la añagaza de meter en el mismo saco a Vox y al PP en esta moción. Si a alguien perjudica es al PP. El ministro Bolaños -que cada día supera su cinismo-, el iletrado Francisco Javier López Álvarez, alias Patxi López, y la señora Alegría, portavoz del PSOE y ministra de Educación, en coro orquestado, lanzaron ayer putinescos misiles contra el PP a cuenta de la moción vocera. La estrategia es lanzar misiles a mansalva. Alguno dará en el blanco…. La misma que sigue el autócrata ruso. Lo malo no es que te tomen por tontos sino si no que lo seas…

Ayer planteamos en Instagram una encuesta para recabar opiniones de nuestros crecientes seguidores sobre la moción. Claro que las cuatro respuestas eran certeras. La moción es una broma porque es lo contrario de una iniciativa seria y responsable. Presenta una alternativa de Gobierno impresentable que sólo pretende echar leña al circo parlamentario. 

También será una pérdida de tiempo. ¡Ya lo estamos perdiendo al escribir sobre ella! Malgastará minutos valiosos todo el que participe por activa o por pasiva; en el hemiciclo, informando sobre ella o informándose de ella. Será una tomadura de pelo porque va a usar recursos públicos para fines particulares. No tanto los económicos -que también- sino sobre todo porque malgastarán los previstos para ejercer el control del Gobierno, la representación política y la elaboración de las leyes.    

Pero, en fin, en la encuesta nos decantamos por el “allá ellos”. Al final, cada uno se retrata con sus actos y así, de manera tan explícita, esperamos que el vértigo atenace las cabezas de los eventuales votantes de un partido que se alimenta de charadas.