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¡Empieza la cuenta atrás!

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Lo hace mal hasta cuando intenta hacer lo correcto; pero no porque el pobrecito sea torpe sino porque es una bestia envalentonada.

Alfonso XIII abdicó tras unas municipales ganadas por partidos republicanos. Y se exilió en Roma. Aquellas elecciones truncaron siglos de monarquía porque el Rey -¡quién lo diría!- era un demócrata ejemplar que supo entender el mensaje de los ciudadanos y -¡qué pocos lo hacen!- actuar en consecuencia. Como todo lo importante en la vida, la del Rey fue una decisión personal -afectaba a su persona-, incluso sabiendo lo que comportaba para la consuetudinaria institución que representaba. Él era el Rey y España había votado República.

Sin embargo, nuestro ínclito presidente del Gobierno -casi en funciones- humillado en las urnas en otras elecciones municipales no dimite ni se exilia. Opta por disolver las Cortes y convocar elecciones generales. Y se le llena la boca de democracia…  

Cualquiera de nosotros en sus circunstancias hubiera entendido -sin necesidad de ulterior clarificación de la voluntad popular- que el repudio manifestado ayer era muy personal. Apuntaba en directo a su persona, a su Gobierno chapucero y a su inmoral manera de entender la política. Convocar elecciones no es suficiente. Lo cortés, lo valiente y lo democrático sería apearse del Falcon, dimitir de todos los cargos y exiliarse en su pisito de la derechista Mojacar, si algún desaprensivo no lo ha okupado todavía.

El problema de Sánchez nunca ha sido equivocarse como cualquier mortal. Mete la pata, hace mal las cosas, porque le puede el ego. No soporta que nada ni nadie se interponga en su camino. Lo esencial de esta última reacción -consumar su enésima mentira- es de lo más esperable en él. No menos de 300 veces habrá repetido en los últimos años, meses, semanas y días que agotaría la legislatura… Claro que las circunstancias pueden cambiar, pero venga usted aprendido de casa. No haga afirmaciones comprometedoras en cuestiones alterables por las circunstancias porque banaliza la verdad y la mentira. Hasta un niño sabe que la prudencia es la mejor aliada de la verdad.  

Sánchez no dimite ni se exilia sino pone a prueba a los españoles. Fuerza las cosas, una vez más, por su conveniencia política. Las votaciones del 23 de julio próximo dejarán a casi media España ante la innecesaria alternativa de votar por correo -con lo mal visto que se ha puesto-, engrosar la abstención o interrumpir sus vacaciones. Dirá que él no pone los plazos legales, pero él sí convoca las elecciones. Nada, salvo su conveniencia política, le obligaba a hacerlo mañana. Con los tiempos que manejan los cambios de Gobierno en este país, ¿qué más daría convocarlas para el domingo 17 de septiembre, por decir un día menos conflictivo? Daría que Pedro Sánchez cree que a él -siempre a él- le irá mejor el 23 de julio que el 17 de septiembre…

¿A quién beneficia y a quién perjudica que las elecciones se celebren en periodo vacacional? Cualquier respuesta es un brindis al sol incontrastable con la realidad. Lo que se puede dar por seguro es que Sánchez cree que le beneficia a él. Apuesto a que estima que la abstención vacacional restará votos al PP porque es el partido de los pringaos que no pueden elegir el momento de sus vacaciones; de los ricachos que pueden viajar por el ancho mundo; de los despreciables conservadores de clase media que no pueden pagar un avión de ida y vuelta para votar, o de personas indolentes, algo cabreadas, pero flojas y perezosas. Así desprecia Sánchez a los votantes del PP.

La convocatoria tiene también ingredientes de jugarreta pusilánime. Pretende pillar a Podemos y a Sumar con los calzones bajados. Como era esperable, el batacazo de éstos ha sido tan rotundo como el del PSOE. Al fin y al cabo, Yolanda Diaz, las ministrillas y Pablo Iglesias son tan esenciales al sanchismo como Junqueras y Otegui. Esta izquierda extrema está muerta si no presenta candidaturas unitarias en las generales, pero para ello debe construir estructuras territoriales sobre solares llenos de escombros y celebrar primarias a cara de perro, que resultan tan imprescindibles para su mentalidad infantil.

La precipitada convocatoria de elecciones responde a otras razones que Sánchez cree que le benefician a él. Para no retratarse llegando a acuerdos con Bildu y Esquerra Republicana, en las próximas semanas el PSOE tratará de empantanar la formación del Gobierno Foral de Navarra y los ayuntamientos de Pamplona, San Sebastián, Vitoria o Barcelona. Sánchez necesita retrasar esos pactos monstruosos que están en su agenda porque sabe que esos sí dan miedo a los votantes.

No soy profeta ni quiero serlo, pero ayer domingo y hoy lunes se ha iniciado la cuenta atrás del sanchismo. ¡Hasta ahí podemos ser optimistas!