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Los logros económicos del Gobierno

El optimismo económico del Gobierno está justificado. Pero no por razones objetivas sino porque la aparente bonanza de algunos datos es el último clavo al que agarrase.

Los estrategas de Sánchez han decidido que sus logros económicos son su mejor baza electoral. Claro que hay datos que se pueden, y hasta se deben, interpretar como positivos; pero el contexto, una mirada más larga de su evolución y el futuro previsible rebajan el optimismo. 

Como en casi todo, en economía la percepción puede ser casi tan importante como la realidad; pero siempre conviene buscar que la percepción se ajuste a la realidad. Es la única manera de diagnosticar y trazar el tratamiento adecuado. Por supuesto, siempre que la corrupción no lleve al médico desalmado a estirar la enfermedad para cobrar más. 

El Gobierno pretende hacer pasar por grandes logros la evolución del PIB, del paro, el empleo y la inflación. No obstante, sin negar a cada uno lo suyo -o, mejor, para dar a cada uno lo suyo- conviene separar el trigo de la paja electorera. 

Crecimiento

El 5,5% de crecimiento del PIB es una buena cifra comparada con el entorno europeo y con las previsiones. Lo que callan el presidente y la ministra Calviño es que, si nos fijamos en el útimo trimestre, si damos por buenas las previsiones para 2023 o analizamos un periodo de tiempo más amplio -lo cual es necesario para ganar perspectiva-, las cosas no pintan tan bien. 

El Gobierno comenzó su andadura en enero de 2020. Ese año, el PIB cayó un 11,3% debido a la pandemia y -¿por qué se olvida?- a la gestión que hizo el Gobierno de esa catástrofe. Por citar otros países, en Alemania cayó un 3,7%; en Francia el 7,8%, y en Italia, el más comparable de nuestros comparables, el 9,0%. Es fácil excusarse con el gran peso del turismo en nuestra economía, pero todos recordamos la cerrazón del Gobierno, y de la mayor parte de las Autonomías, ante la apertura posible que Madrid demostraba cada día. 

En el periodo 2020-2022, el PIB español ha crecido un 11%, siendo el único país de la zona euro que no se ha repuesto del tropezón del año 19. La culpa no es del maestro armero, sino que las circunstancias están condicionadas por decisiones y políticas económicas. No hay que olvidar que España es, después de Italia, el país más favorecido por las ayudas europeas para restañar el desaguisado provocado por la pandemia. Y, en nuestro caso, también por el que produce el Gobierno… 

Es importante saber de dónde vienes, pero más a dónde vas. La previsión para 2023 es escuálida. Aun así, sacarán punta a un paupérrimo 0,3% -lo que falta para recuperar el destrozo de la pandemia- y argumentando que los agoreros anunciaban hace unos meses que España entraría en recesión. ¡Pusilánimes!

Paro y Empleo 

Al acabar 2022, había 3.024.000 personas en paro, lo que supone el 12,87% de la población dispuesta a trabajar. La tasa mejoró en 0,45 centésimas, pero sigue siendo la más alta de la zona euro, llegando al 29,6% en los menores de 25 años (sin contar a los ninis, que no buscan trabajo). Y tampoco registra a las personas que no están trabajando -paradas-, pero tienen un contrato de prestación de servicios discontinuo. Dado que las estadísticas no los separan, no se puede saber cuántos son. Sí que son muchas y creciendo... 

El total de asalariados creció en 397.300 en 2022, aumentando el empleo indefinido en 1,6 millones de personas y disminuyendo el temporal en 1,2 millones). Los autónomos bajaron en 111.200 a lo largo del año.

El Gobierno considera un éxito de su reforma laboral el trasvase de contratos temporales a indefinidos. Suena bien, pero un contrato temporal, por definición, tiene principio y final, ¡y el indefinido también! La diferencia es que el final del primero está prefijado y el del segundo puede llegar en cualquier momento. Si la terminación es decidida por el empleador, éste deberá pagar la indemnización legal, una vez superado el periodo de prueba acordado (máximo de 6 meses). Lo cierto es que el enorme trasvase entre modalidades contractuales no se explica tanto porque el indefinido otorgue grandes ventajas al empleado como por las dificultades que impone la reforma al temporal.

Considerar que estos datos son un gran logro supone aceptar que el Gobierno ha hecho algo para que sean mejores que si no lo hubiera hecho. Es mucho aceptar; pero menos que se den por malos por pensar que el Gobierno ha hecho algo para que sean peores de lo que pudieran haber sido sin ese algo…  Me explico. 

El Gobierno atribuye la mejora de la tasa de paro (0,45 centésimas, repito) a su reforma laboral y los desaforados incrementos del salario mínimo (SMI). Habría que plantearse dónde estaría la tasa de paro sin reforma laboral y con un crecimiento más moderado del SMI. Nadie lo puede saber, pero es evidente que, al obligar la reforma a firmar contratos más comprometidos, disminuye la flexibilidad de las plantillas y, por tanto, el incentivo de las empresas para contratar. Por otro lado, el despiporre del SMI mejora los ingresos de muchas personas, pero no ayuda no a bajar la cifra de paro. Ambas actuaciones desincentivan la contratación por lo que parece lícito pensar que, sin ellas, la tasa de paro hubiera sido menor en 2022.

Inflación

Otro de los éxitos que se atribuye el Gobierno es que tengamos la inflación más baja de Europa. Una vez más el dato es cierto, pero el Gobierno ha conseguido que la inflación subyacente, que es mayor y nos acerca a la zona euro, sea más significativa. 

La subyacente descuenta los alimentos no procesados -sujetos a fluctuaciones propias de las cosechas, las temporadas, etc.-, y los de la energía, que el Gobierno ha incentivado con medidas electoreras, nada quirúrgicas. Me vino muy bien que me subvencionaran 1€ por cada 5 litros de gasolina, pero no alteró mi consumo. Con esa medida que a todos nos gusta se ha derrochado mucho dinero público que podía haberse usado en personas o negocios más necesitados, pero ha ayudado a rebajar la inflación y a que el Gobierno pueda presumir…  

Tampoco parece razonable que suban la factura eléctrica a quienes la tienen contratada a precio fijo para cubrir el roto de los que se aprovecharon de los momentos bajistas del mercado. No es justo porque a nadie se le obligó a ninguna modalidad, pero también contribuye a rebajar la inflación y a que el Gobierno pueda decir que es la más baja de Europa. 

Como algunos lo hemos vivido, podemos afirmar que la inflación es un problema serio. Es el reflejo de un empobrecimiento colectivo. El problema es de tal dimensión que el mandato que tiene el BCE es contenerla a costa de encarecer el precio del dinero con consecuencias dañinas para personas, familias, empresas y estados. La inflación empobrece a todos y cada uno de los españoles. Algunos lo superarán sin graves quebrantos, la mayoría sufrirá apretones económicos, a demasiados les llevará al borde de la pobreza o les hundirá en la miseria.